legalizacion de la marihuana
porqué NO legalizaría la marihuana tomando en cuenta el contexto capitalista y consumista en el que nos vemos envueltos
Diez razones para no legalizar la marihuana
1) Su prevalencia de consumo a
nivel nacional es baja. Sólo se está acogiendo la demanda de un segmento
etario del país en el cual la prevalencia es algo más alta. A
nivel nacional, 7,1% de los chilenos ha consumido marihuana durante el
último año. La cifra aumenta a 17,5% si tomamos en cuenta solamente el intervalo etario entre 19 y 25 años; y disminuye a 1,9% si miramos sólo a aquellos mayores de 45 años (SENDA, 2012).
2) Aumentará su consumo en la
población y, en consecuencia, aumentará el número de personas que
desarrollan una adicción a la marihuana. Sabemos que al disminuir las barreras de acceso hacia la marihuana, el efecto a nivel poblacional será el aumento del número de personas que prueban la marihuana. Aquí se produce un “efecto en cadena” epidemiológico: Si aumenta el número de personas que prueba la marihuana, aumentará el número de consumidores regulares, y finalmente aumentará el número de adictos. ¿Por qué es así? En general, las tasas
(porcentaje) de adicción de una droga son más o menos constantes dentro
de una misma población. En Chile, entre un 16% y 24% de los
consumidores de marihuana son dependientes a ella (SENDA, 2010). La legalización de la marihuana no cambiará la tasa (porcentaje) de adictos, pero sí el número absoluto de consumidores del cual surgen los futuros adictos.
3) Al aumentar el número de personas que accede a la marihuana, aumentará el número de cuadros psiquiátricos severos gatillados por ella, por ejemplo cuadros psicóticos. La marihuana es un factor de riesgo demostrado para el desarrollo de enfermedades psiquiátricas severas, especialmente cuadros psicóticos como la esquizofrenia.
4) Se perjudicará la salud de los adolescentes. La marihuana es especialmente dañina
en sujetos aún en etapas de desarrollo. La legalización de la marihuana
-aunque sea sólo en adultos- inevitablemente significa una disminución en las barreras de acceso a esa droga por parte de los menores de edad.
5) Aumentará la exposición a cancerígenos inhalados en personas que antes no estaban expuestas a tales químicos.
Las personas olvidan que la marihuana con fines recreativos se consume
igual que el tabaco, es decir, fumándose. Salvo sus diferencias en
compuestos activos (THC y nicotina,
respectivamente), el resto de sus compuestos son -a grandes rasgos- los
mismos, compartiendo la exposición a decenas de cancerígenos que están
en el humo que se inhala.
6) Aumentará
la demanda por atención profesional debido a consecuencias médicas del
uso de esta droga, por ende, el costo de la salud y saturación del
sistema. Los puntos expuestos anteriormente se traducen en un
aumento de la carga de enfermedad a nivel poblacional, lo que significa
más costos para el sistema. Lo que no se conoce es la magnitud de este aumento de costos.
7) No repetir el mismo error que se cometió con el tabaco y alcohol. Además de los argumentos sanitarios ya expuestos, agrego el factor de la industria. Legalizar la marihuana es permitir el ingreso de la industria a ella,
permitiendo el desarrollo de marketing, nuevos dispositivos de
administración, nuevas culturas de consumo. En 1880, poca gente consumía
tabaco y sólo un 1% lo hacía a través de cigarrillos (la mayoría lo
masticaba); hacia 1950, la mitad de la población consumía tabaco y el
80% lo hacía a través de cigarrillos (su forma más dañina).
8) La marihuana altera las facultades mentales y la conducta del individuo. No se debiese legalizar, es más, debiese agregarse una fiscalización y penalización en los conductores de vehículos al igual que con el alcohol.
9) Disminuirá la percepción de riesgo hacia ésta y otras drogas recreacionales.
Al educar a una población (miles de personas), el estatus legal de algo
influye mucho a cómo las generaciones van asimilando tal o cual
conducta. “El Derecho crea sociedad”, reza la frase. Es esperable que la
legalización de la marihuana disminuya aún más su percepción de riesgo
por parte de las nuevas generaciones.
10) El siguiente paso será la legalización de las “drogas duras” como cocaína, heroína, etc. En política, cada grupo de interés tiene su agenda.
Y para moverse en esa dirección deben hacerlo de a poco, de tal forma
de vencer las resistencias naturales al cambio. La legalización de la
marihuana sería sólo un paso dentro de la agenda política de los grupos
de interés.
Diez razones para legalizar la marihuana
1) La marihuana posee bajo potencial adictivo. La cannabis está por debajo
del alcohol y tabaco en su potencial adictivo, es decir, la capacidad
de volverse dependiente a la sustancia luego de uno o unos pocos
consumos.
2) La marihuana es menos dañina físicamente que el alcohol o el tabaco. ¿Qué es más grave: un infarto al corazón, una cirrosis hepática o una esquizofrenia? Difícil saberlo, pero los expertos
han hecho diversos ejercicios metodológicos para cuantificar este
dilema, y el alcohol y tabaco siempre resultan ser físicamente más
dañinos que la cannabis, sea cual sea el criterio de medición.
3) La marihuana es la tercera droga recreacional más usada en Chile, detrás del alcohol y el tabaco. Un 23% de la población chilena (SENDA, 2012) la ha probado alguna vez en su vida. ¿Debiese ser ilegal una conducta que uno de cada cuatro chilenos ha realizado en su vida?
4) Des-estigmatizar una conducta frecuente y, en la mayoría de los casos, benigna. Según un estudio de David Nutt y cols.,
justamente es en la intensidad de daño social donde la cannabis supera
al tabaco (no alcanza a superar al alcohol). El estigma social de una
condición es muchas veces más grave y deshabilitante que sus
consecuencias físicas.
5) Des-criminalizar a aquel que posee una dependencia y desea pedir ayuda profesional.
Para un profesional de la salud, tratar a pacientes cuya conducta es un
delito es un desafío adicional en la alianza terapéutica. El rigor
ético nos plantea la tensión “secreto profesional vs. denuncia del
delito”. Y en algunos casos no es tan obvia la respuesta. Para los
pacientes, el temor a la denuncia y/o castigo pueden hacerlos confiar
parcialmente en su terapeuta, arriesgando la calidad de su tratamiento.
6) Regular la actividad comercial en torno a su producción, comercialización y consumo. De esta forma, acabar con las consecuencias sociales negativas derivadas del tráfico ilegal de marihuana.
7) Que la marihuana pague impuestos.
La existencia de esta droga es una realidad, la gente la produce, vende
y consume. Hay personas que viven gracias a su comercialización. Y la
sociedad no recibe ninguna retribución por esta actividad, poniéndola en
una situación de ventaja frente a cualquier otra actividad de
recreación. ¿Alguien se imagina un escenario en que la industria del
alcohol, del tabaco, o los casinos de juego, no paguen impuestos?
8) Fiscalizar la composición y calidad de la marihuana para el consumidor.
En este momento, no tenemos idea qué es lo que consume una persona que
se fuma un pito de marihuana adquirido desde un tercero. Con las drogas
legales sabemos exactamente qué cantidad del compuesto activo hay en
cada porción, qué aditivos contiene, el consumidor tiene más información
para autorregularse, el médico posee mejor información para planificar
los tratamientos (tal cual lo hacemos con tabaco y alcohol).
9) Aumentar la cantidad y calidad de investigación científica sobre la marihuana.
Las trabas administrativas y éticas de realizar experimentos con drogas
ilegales son mayores que con las drogas legales. Actualmente existen 5 revistas científicas serias que tratan exclusivamente sobre alcohol, y una que publica exclusivamente sobre tabaco. La cannabis dispone solamente de una revista exclusiva para su tema, la cual más encima ha sido creada y es administrada por pacientes
(no profesionales de la salud), y está dirigida a ellos mismos. La
comunidad científica está en deuda aquí. Es esencial disponer de más y
mejor conocimiento sobre los efectos de la cannabis en el cuerpo humano.
10) Generar coherencia en una sociedad en que son legales vicios similares tales como el alcohol, tabaco o casinos de juego.
Los símbolos son parte importante en la comunicación, el lenguaje
implícito dice tanto como el explícito. Cuando hay incoherencia entre
los niveles de comunicación de un mismo mensaje, el resultado suele ser
negativo. ¿Cómo explicamos la asimetría de legislación entre el alcohol,
el tabaco, los casinos de juego y la marihuana?
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